La siguiente entrada es parte de un ensayo sobre El valor de educar de Savater.
Por: Andrea Freites H.
A partir de la
realidad contemporánea caracterizada por una dinámica que cambia constantemente
se plantean grandes interrogantes en cuanto al papel que debe desempeñar la educación
como una de las principales instituciones de la sociedad y, por ende, con
relación al papel que deberían desempeñar los actores que se encargan de llevar
a cabo los diferentes procesos que desde el ámbito educativo y escolar
fundamentalmente suceden. Empero, es importante destacar que la educación no
puede ser entendida como la panacea de grandes males sociales, puesto que sería
una pretensión muy engañosa, al contrario, deberían apuntarse todas las
acciones desde los diversos sectores sociales hacia un mismo fin; la inclusión
social y la disminución de la discriminación hacia minorías cuyos derechos
humanos a lo largo de la historia han sido vulnerados.
Paradójicamente,
cuando desde diversos sectores sociales se debaten temáticas que atañen a las
desesperantes realidades, inseguridad, violencia, intolerancia, irresponsabilidad,
corrupción, injusticias, etcétera, el discurso siempre pareciera estar
predestinado a concluir con que la educación es la principal responsable de la
realidad e igualmente, responsable de solucionar dichas problemáticas. Y aunque
pudiera estarse de acuerdo con dicha premisa, es importante señalar que cuando
se hable de educación, se debe hacer énfasis en que desde diversas
instituciones y organizaciones se educa a la ciudadanía. Es decir, que cuando
se hable del déficit en la educación de determinada sociedad, es importante
señalar que los medios de comunicación, la familia, las instituciones públicas
y las organizaciones del sector privado, son tan responsables de la educación
como lo es igualmente el sector escolar. Bien pudiera gozarse de un sistema
escolar de punta pero si, a la par, aún los medios de comunicación y los
sectores mencionados no ejercen su cuota de responsabilidad en la educación del
ciudadano, muy pocas transformaciones se pudieran alcanzar.
Por lo tanto, lo que
aquí se plantea, es la necesidad de reivindicar en primer lugar la figura del
educador dentro de la sociedad contemporánea, con ello, no se está planteando
únicamente la mejora de los beneficios laborales de los trabajadores que hacen
vida en la realidad educativa, al contrario, cuando se habla de reivindicación,
se plantea la necesidad de reestructurar profundamente el sistema, lo cual
implica una importante inversión de recursos –dinero, tiempo, talento humano-,
por parte del Estado y por parte también de la empresa privada y, de manera
articulada trabajar en pro de la mejora perentoria que está demando la
educación en la actualidad.
El sistema escolar
actual por ejemplo, necesita ser reformulado, transformado de fondo, sobre
todo, si se parte de la idea que señala que dicho sistema –el actual-, es un
modelo que respondió a las demandas de una sociedad que no tiene las mismas
realidades que antaño existían. Hoy en día los índices de Déficit de Atención
por ejemplo son alarmantes, los niños en varias regiones del mundo están siendo
medicados por considerarlos que en efecto están padeciendo este desorden en el
desarrollo evolutivo, sin embargo, desde la escuela no se reflexiona que el
mundo donde dichos niños están creciendo, es un lugar que está ampliamente
influenciado por Iphone, Ipad, Internet y muchos otros elementos con los cuales
la escuela tradicional no puede competir. Si no se realizan transformaciones
profundas, la escuela seguirá siendo una institución desactualizada y por lo
tanto, poco atractiva para el educando.
Fernando Savater en
su libro El Valor de Educar por su parte, señala que en efecto, la escuela es
ese sitio donde se deberían corregir los grandes males sociales. Igualmente,
destaca la importancia de “dignificar al Magisterio” considerando a su vez que
si no se comienza a percibir a la educación como una prioridad, poco se podrá
avanzar en la labor de la formación de la ciudadanía.
Retomando las ideas
del autor estudiado, la clave está en el espíritu de las personas que
desempeñan el trabajo de educar, la clave está en el optimismo con que se
afronte el reto de transformar la realidad social, humanizar la escuela y
humanizar al educando como cambio fundamental para alcanzar los anhelos que en
la actualidad se persiguen. El educador indudablemente, debe creer en primer
lugar en el acto educativo, con pasión y vocación por su trabajo debe
identificar situaciones problemáticas y, a su vez, buscar alternativas de
cambio, identificar causas y generar acciones preventivas. El educador debe
estar inmerso en el mundo de la academia y reflexionar acerca de los
conocimientos que de manera integral y permanente debe ir adquiriendo. El
educador debe traspasar las barreras de la escuela y llegar a la comunidad,
debe romper paradigmas y revolucionar las maneras tradicionales en cómo se
llevan a cabo las acciones laborales. Debe alzar su voz con orgullo y
recordarle al mundo entero que un pueblo sin educación no alcanza sus más
grandes anhelos.
Lo importante
entonces, tal y como Savater señala es superar las tergiversaciones que
generaciones pasadas han hecho con la educación y transformar el acto educativo
para la formación de generaciones venideras. La pregunta entonces es ¿Cómo
educar a generaciones venideras? La tarea actual consiste en reconocer la
necesidad latente de formar seres humanos y no individuos que vivan como
expertos en sus respectivas áreas, desconsiderando la importancia que reside en
el hecho de la interacción social como paso fundamental para la construcción de
sociedades justas.
Para poder ser un
ser humano, los educadores deben ofrecer espacios educativos que le permitan al
educando, reconocerse en el otro, saber apreciar lo importante de poder
construir colectivamente espacios armoniosos en diálogo y tolerancia con el
resto de las personas. El ser humano necesita comprender a sus semejantes y a
su vez vislumbrar que en efecto la libertad y la justicia son valores que se
alcanzan únicamente cuando se reconoce como parte de un todo que va a ir
funcionando en la medida en que sus partes se comprendan y se valoren
recíprocamente. Para poder autoreconocerse, se debe entrar en interacción con
otros y eso solo se logra haciendo vida en colectivo.
Entonces, dentro de
todo este proceso de autoreconocimiento, el sujeto en proceso de aprendizaje,
debe gozar de maestros y escuelas que le permitan conocer además todos aquellos
aspectos que han sucedido y siguen sucediendo en su entorno particular y
global. El simple hecho de haber nacido humano desde un punto de vista
biológico no es suficiente para decir de manera definitiva que un sujeto es un
ser humano.
Al contrario, a
través de los procesos educativos, el sujeto se transforma en ser humano y ello
debe conllevar la transmisión de pautas, valores y principios morales,
conocimientos, habilidades y destrezas, a través de contenidos educativos, así
como también, es importante la comunicación entre sus semejantes, para
descubrir que las cosas tienen más que un significado y que, por lo tanto,
entre los mismos seres humanos, nace la necesidad de relacionarse de manera
respetosa, pues en la medida en que se construyan relaciones interpersonales
cónsonas con un mundo plural, ese mismo mundo se abrirá más hacia la obtención
de seres humanos capaces de comprender las emociones de las personas que las
rodean y por ende, capaces de comprender sus propias emociones.
Por ello, comprender
en primer lugar que el sujeto social, hace vida en sociedades humanas, que a su
vez son complejas y, en segundo lugar la historicidad, el reconocimiento de
acontecimientos que han marcado pauta en la historia de la humanidad y que
definitivamente han dictaminado a través de sus consecuencias las realidades
actuales, son dos aspectos importantes que las escuelas y la educación en
general, debe promover. El educador, no debe olvidar que es importante reconocer
las raíces de la humanidad, conectando las emociones de los estudiantes con los
contenidos a transmitir.
La sociedad actual
demanda ciudadanos que sean capaces de comprometerse con la necesidad de
transformar la estructura social que ha estado caracterizada por ser una
estructura exclusiva, desigual, donde no todas las personas han estado gozando
los mismos privilegios y que, a pesar de la existencia de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos, en la actualidad, muchas personas están siendo vulneradas.
Por ello la formación debe apuntar hacia la formación del alma y no
exclusivamente de la razón, el ser humano actual debe reconocer que solo a
través de sus acciones corresponsables, las estructuras sociales pudieran
transformarse en estructuras mucho más compasivas y justas. Por ello, más allá
del cumplimiento o no de una norma, el ser humano debe reconocer que ejerciendo
ciudadanía, definitivamente podría fortalecer una estructura social debilitada.
La reflexión axiológica debe ser una alternativa constante en todo espacio
educativo.
Dicha reflexión
axiológica entonces debería ser promovida a través de momentos donde el sujeto
pueda construir su autoestima, ello como fin ulterior a partir de un proceso
que le permita reflexionar, construir sus propias visiones del mundo y de la
vida en general, que le permita al sujeto reconocer lo humano a través de su
esencia como individuo, que le permitirá gozar de manera responsable de su
autonomía y dignidad que como ser humano le corresponde. Cuando una persona es
capaz de construir consideraciones acerca de realidades sociales y a su vez es
capaz de ofrecer respuesta a las problemáticas que le aquejan, seguramente será
capaz de vivir en armonía consigo mismo y con el resto de sus conciudadanos.
Ahora bien, se debe
plantear entonces que, los momentos o espacios educativos, donde el sujeto o el
niño tendrá la posibilidad de construir, reconocerse, identificar y
transformar, es decir de educarse, no están reducidos exclusivamente a la
escuela. La familia, es ese lugar donde definitivamente el sujeto entra en su
fase de socialización inicial, es allí donde se reconocen las diferentes pautas
de comportamiento, valores y principios que le permitirán desenvolverse en
sociedad.
La familia es el
lugar donde el sujeto recibe información a través de las relaciones con el
resto de las personas que hacen vida en ese determinado núcleo. Las relaciones
entonces conllevan una carga de afectividad importante, donde los logros o
tropiezos, van a estar determinados por vínculos afectivos entre los adultos y
los niños. En la sociedad contemporánea, la familia se encuentra atravesando
por una crisis, dicha situación, está definitivamente limitando el poder de
formador que la familia tiene, desembocando entonces en una formación negativa
de la personalidad del sujeto contemporáneo.
Savater plantea que
una causa de dicha crisis pudiera estar relacionada con el carácter juvenil de
la sociedad contemporánea. Es decir, a propósito de la necesidad vertiginosa de
preservar la juventud de la cual la sociedad está siendo testigo, donde el
respeto por la experiencia de lo antiguo, la riqueza y la fortaleza que reside
en las personas mayores está siendo dejada de lado, la autoridad que el adulto
debería representar, se está diluyendo en relaciones joviales y un tanto
libertinas, padres o representantes que siendo amigos de sus hijos, figuras
joviales, están olvidando su importante responsabilidad en la formación de las
generaciones jóvenes.
Lo importante
entonces es manifestar que dentro de las familias alguien tiene que ser adulto
y dejar de lado la obsesión por alcanzar la juventud eterna, reconociendo que
la madurez es fuente de riqueza espiritual y humana y que, actuando como
adultos responsables, pueden definitivamente incidir en la formación
responsable de los jóvenes educandos. Entonces, para que ese adulto pueda
asumir una conducta coherente y responsable, debe manifestar relaciones basadas
en la autoridad. La autoridad debe ser asumida y entendida, como la
construcción de relaciones afectivas basadas en el respeto, relaciones donde la
dignidad y la autonomía del sujeto sean valoradas por los padres.
En la familia
tradicional, la figura de autoridad que asumía el padre, estaba signada por
relaciones castrantes e irrespetuosas, por ello, el miedo a transgredir al
sujeto en formación, es una característica que el autor estudiado también trae
a colación en su obra. Es necesario que la familia recupere su espacio, por
medio de relaciones basadas en el respeto mutuo, para la formación de ciudadanos
conscientes y responsables. El ser humano, necesita desenvolverse en ambientes
democráticos, que le permitan ejercer su libertad. La escuela y la familia por
lo tanto, deben proponer espacios donde el educando visualice ejemplos de
personalidades libres, responsables y autónomas, de lo contrario, los únicos
modelos que pudiera identificar serían los ofrecidos por medios de comunicación
que poco pudieran coadyuvar con la formación de personalidades conscientes de
ejercer ciudadanía responsable.
Es preciso destacar
entonces el papel de la libertad dentro de la sociedad contemporánea. Cuando se
plantea la necesidad de formar sujetos capaces de vivir en libertad, es preciso
reconocer que para ser libres, es necesario también ser disciplinados, en la
medida en que los educandos puedan establecer los mecanismos de relacionarse
colectivamente, respetando entonces las virtudes y señalándolas como guías de
vida, en esa medida se podrá decir que definitivamente espacios democráticos,
dialógicos y de respeto hacia la alteridad, están siendo construidos debido a
las relaciones en libertad que se construyen en el seno de la sociedad.
Ahora bien, dentro
de esa misma estructura social entonces el planteamiento que debe signar cada
una de las acciones educativas, es interesarse por la formación integral del
educando, donde los conocimientos técnicos vayan a la par de los conocimientos
que ayudan a la humanización del ser humano, sobretodo, en una sociedad
tecnócrata, donde el auge de las tecnologías y su supremacía por encima de
cualquier otra área del saber, se encuentran amenazando a todo proceso
educativo que tenga como fin formar personas capaces de educar sus emociones,
para hacer uso efectivo y coherente de los avances tecnológicos que a la par
van sucediendo. La necesidad es clara entonces, vivir la vida con autonomía,
libertad y responsabilidad, considerando que los seres humanos deben
relacionarse con sus semejantes para construir conocimiento, para construir
sociedades justas, donde la equidad esté presente en cualquiera de sus
prácticas.
El reto debe
centrarse en la consideración de entender el mundo como una aldea global y
entender que los sujetos entonces son ciudadanos del mundo, donde cada acción
que lleven a cabo va a tener repercusiones e implicaciones globales, más allá
de cualquier frontera. La necesidad es universalizar la enseñanza y estar
conscientes de manera que la educación va a permitir ulteriormente la obtención
de sujetos y colectivos que respondan al modelo de sociedad que se aspira
obtener. Para ello, es importante sensibilizar de manera permanente, desde las
distintas esferas de la sociedad, dejando de manifiesto que hoy en día hablar
de nacionalismo es olvidar que del hambre en África y de las riquezas y avances
tecnológicos es responsable el mundo entero, con sus acciones y con sus
omisiones. El día en que los sujetos del mundo entero comprendan que están
construyendo la sociedad del mundo entero, ese día podrá entonces decirse que
el ser humano es humano en cualquier parte del mundo, pues el bien es bien
independientemente del territorio donde se encuentre ubicado espacial y
temporalmente.