lunes, 11 de junio de 2012

"El valor de educar"



La siguiente entrada es parte de un ensayo sobre El valor de educar de Savater. 
Por: Andrea Freites H.


A partir de la realidad contemporánea caracterizada por una dinámica que cambia constantemente se plantean grandes interrogantes en cuanto al papel que debe desempeñar la educación como una de las principales instituciones de la sociedad y, por ende, con relación al papel que deberían desempeñar los actores que se encargan de llevar a cabo los diferentes procesos que desde el ámbito educativo y escolar fundamentalmente suceden. Empero, es importante destacar que la educación no puede ser entendida como la panacea de grandes males sociales, puesto que sería una pretensión muy engañosa, al contrario, deberían apuntarse todas las acciones desde los diversos sectores sociales hacia un mismo fin; la inclusión social y la disminución de la discriminación hacia minorías cuyos derechos humanos a lo largo de la historia han sido vulnerados.
Paradójicamente, cuando desde diversos sectores sociales se debaten temáticas que atañen a las desesperantes realidades, inseguridad, violencia, intolerancia, irresponsabilidad, corrupción, injusticias, etcétera, el discurso siempre pareciera estar predestinado a concluir con que la educación es la principal responsable de la realidad e igualmente, responsable de solucionar dichas problemáticas. Y aunque pudiera estarse de acuerdo con dicha premisa, es importante señalar que cuando se hable de educación, se debe hacer énfasis en que desde diversas instituciones y organizaciones se educa a la ciudadanía. Es decir, que cuando se hable del déficit en la educación de determinada sociedad, es importante señalar que los medios de comunicación, la familia, las instituciones públicas y las organizaciones del sector privado, son tan responsables de la educación como lo es igualmente el sector escolar. Bien pudiera gozarse de un sistema escolar de punta pero si, a la par, aún los medios de comunicación y los sectores mencionados no ejercen su cuota de responsabilidad en la educación del ciudadano, muy pocas transformaciones se pudieran alcanzar.
Por lo tanto, lo que aquí se plantea, es la necesidad de reivindicar en primer lugar la figura del educador dentro de la sociedad contemporánea, con ello, no se está planteando únicamente la mejora de los beneficios laborales de los trabajadores que hacen vida en la realidad educativa, al contrario, cuando se habla de reivindicación, se plantea la necesidad de reestructurar profundamente el sistema, lo cual implica una importante inversión de recursos –dinero, tiempo, talento humano-, por parte del Estado y por parte también de la empresa privada y, de manera articulada trabajar en pro de la mejora perentoria que está demando la educación en la actualidad.
El sistema escolar actual por ejemplo, necesita ser reformulado, transformado de fondo, sobre todo, si se parte de la idea que señala que dicho sistema –el actual-, es un modelo que respondió a las demandas de una sociedad que no tiene las mismas realidades que antaño existían. Hoy en día los índices de Déficit de Atención por ejemplo son alarmantes, los niños en varias regiones del mundo están siendo medicados por considerarlos que en efecto están padeciendo este desorden en el desarrollo evolutivo, sin embargo, desde la escuela no se reflexiona que el mundo donde dichos niños están creciendo, es un lugar que está ampliamente influenciado por Iphone, Ipad, Internet y muchos otros elementos con los cuales la escuela tradicional no puede competir. Si no se realizan transformaciones profundas, la escuela seguirá siendo una institución desactualizada y por lo tanto, poco atractiva para el educando.
Fernando Savater en su libro El Valor de Educar por su parte, señala que en efecto, la escuela es ese sitio donde se deberían corregir los grandes males sociales. Igualmente, destaca la importancia de “dignificar al Magisterio” considerando a su vez que si no se comienza a percibir a la educación como una prioridad, poco se podrá avanzar en la labor de la formación de la ciudadanía.
Retomando las ideas del autor estudiado, la clave está en el espíritu de las personas que desempeñan el trabajo de educar, la clave está en el optimismo con que se afronte el reto de transformar la realidad social, humanizar la escuela y humanizar al educando como cambio fundamental para alcanzar los anhelos que en la actualidad se persiguen. El educador indudablemente, debe creer en primer lugar en el acto educativo, con pasión y vocación por su trabajo debe identificar situaciones problemáticas y, a su vez, buscar alternativas de cambio, identificar causas y generar acciones preventivas. El educador debe estar inmerso en el mundo de la academia y reflexionar acerca de los conocimientos que de manera integral y permanente debe ir adquiriendo. El educador debe traspasar las barreras de la escuela y llegar a la comunidad, debe romper paradigmas y revolucionar las maneras tradicionales en cómo se llevan a cabo las acciones laborales. Debe alzar su voz con orgullo y recordarle al mundo entero que un pueblo sin educación no alcanza sus más grandes anhelos.
Lo importante entonces, tal y como Savater señala es superar las tergiversaciones que generaciones pasadas han hecho con la educación y transformar el acto educativo para la formación de generaciones venideras. La pregunta entonces es ¿Cómo educar a generaciones venideras? La tarea actual consiste en reconocer la necesidad latente de formar seres humanos y no individuos que vivan como expertos en sus respectivas áreas, desconsiderando la importancia que reside en el hecho de la interacción social como paso fundamental para la construcción de sociedades justas.
Para poder ser un ser humano, los educadores deben ofrecer espacios educativos que le permitan al educando, reconocerse en el otro, saber apreciar lo importante de poder construir colectivamente espacios armoniosos en diálogo y tolerancia con el resto de las personas. El ser humano necesita comprender a sus semejantes y a su vez vislumbrar que en efecto la libertad y la justicia son valores que se alcanzan únicamente cuando se reconoce como parte de un todo que va a ir funcionando en la medida en que sus partes se comprendan y se valoren recíprocamente. Para poder autoreconocerse, se debe entrar en interacción con otros y eso solo se logra haciendo vida en colectivo.
Entonces, dentro de todo este proceso de autoreconocimiento, el sujeto en proceso de aprendizaje, debe gozar de maestros y escuelas que le permitan conocer además todos aquellos aspectos que han sucedido y siguen sucediendo en su entorno particular y global. El simple hecho de haber nacido humano desde un punto de vista biológico no es suficiente para decir de manera definitiva que un sujeto es un ser humano.
Al contrario, a través de los procesos educativos, el sujeto se transforma en ser humano y ello debe conllevar la transmisión de pautas, valores y principios morales, conocimientos, habilidades y destrezas, a través de contenidos educativos, así como también, es importante la comunicación entre sus semejantes, para descubrir que las cosas tienen más que un significado y que, por lo tanto, entre los mismos seres humanos, nace la necesidad de relacionarse de manera respetosa, pues en la medida en que se construyan relaciones interpersonales cónsonas con un mundo plural, ese mismo mundo se abrirá más hacia la obtención de seres humanos capaces de comprender las emociones de las personas que las rodean y por ende, capaces de comprender sus propias emociones.
Por ello, comprender en primer lugar que el sujeto social, hace vida en sociedades humanas, que a su vez son complejas y, en segundo lugar la historicidad, el reconocimiento de acontecimientos que han marcado pauta en la historia de la humanidad y que definitivamente han dictaminado a través de sus consecuencias las realidades actuales, son dos aspectos importantes que las escuelas y la educación en general, debe promover. El educador, no debe olvidar que es importante reconocer las raíces de la humanidad, conectando las emociones de los estudiantes con los contenidos a transmitir.
La sociedad actual demanda ciudadanos que sean capaces de comprometerse con la necesidad de transformar la estructura social que ha estado caracterizada por ser una estructura exclusiva, desigual, donde no todas las personas han estado gozando los mismos privilegios y que, a pesar de la existencia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la actualidad, muchas personas están siendo vulneradas. Por ello la formación debe apuntar hacia la formación del alma y no exclusivamente de la razón, el ser humano actual debe reconocer que solo a través de sus acciones corresponsables, las estructuras sociales pudieran transformarse en estructuras mucho más compasivas y justas. Por ello, más allá del cumplimiento o no de una norma, el ser humano debe reconocer que ejerciendo ciudadanía, definitivamente podría fortalecer una estructura social debilitada. La reflexión axiológica debe ser una alternativa constante en todo espacio educativo.
Dicha reflexión axiológica entonces debería ser promovida a través de momentos donde el sujeto pueda construir su autoestima, ello como fin ulterior a partir de un proceso que le permita reflexionar, construir sus propias visiones del mundo y de la vida en general, que le permita al sujeto reconocer lo humano a través de su esencia como individuo, que le permitirá gozar de manera responsable de su autonomía y dignidad que como ser humano le corresponde. Cuando una persona es capaz de construir consideraciones acerca de realidades sociales y a su vez es capaz de ofrecer respuesta a las problemáticas que le aquejan, seguramente será capaz de vivir en armonía consigo mismo y con el resto de sus conciudadanos.
Ahora bien, se debe plantear entonces que, los momentos o espacios educativos, donde el sujeto o el niño tendrá la posibilidad de construir, reconocerse, identificar y transformar, es decir de educarse, no están reducidos exclusivamente a la escuela. La familia, es ese lugar donde definitivamente el sujeto entra en su fase de socialización inicial, es allí donde se reconocen las diferentes pautas de comportamiento, valores y principios que le permitirán desenvolverse en sociedad.
La familia es el lugar donde el sujeto recibe información a través de las relaciones con el resto de las personas que hacen vida en ese determinado núcleo. Las relaciones entonces conllevan una carga de afectividad importante, donde los logros o tropiezos, van a estar determinados por vínculos afectivos entre los adultos y los niños. En la sociedad contemporánea, la familia se encuentra atravesando por una crisis, dicha situación, está definitivamente limitando el poder de formador que la familia tiene, desembocando entonces en una formación negativa de la personalidad del sujeto contemporáneo.
Savater plantea que una causa de dicha crisis pudiera estar relacionada con el carácter juvenil de la sociedad contemporánea. Es decir, a propósito de la necesidad vertiginosa de preservar la juventud de la cual la sociedad está siendo testigo, donde el respeto por la experiencia de lo antiguo, la riqueza y la fortaleza que reside en las personas mayores está siendo dejada de lado, la autoridad que el adulto debería representar, se está diluyendo en relaciones joviales y un tanto libertinas, padres o representantes que siendo amigos de sus hijos, figuras joviales, están olvidando su importante responsabilidad en la formación de las generaciones jóvenes.
Lo importante entonces es manifestar que dentro de las familias alguien tiene que ser adulto y dejar de lado la obsesión por alcanzar la juventud eterna, reconociendo que la madurez es fuente de riqueza espiritual y humana y que, actuando como adultos responsables, pueden definitivamente incidir en la formación responsable de los jóvenes educandos. Entonces, para que ese adulto pueda asumir una conducta coherente y responsable, debe manifestar relaciones basadas en la autoridad. La autoridad debe ser asumida y entendida, como la construcción de relaciones afectivas basadas en el respeto, relaciones donde la dignidad y la autonomía del sujeto sean valoradas por los padres.
En la familia tradicional, la figura de autoridad que asumía el padre, estaba signada por relaciones castrantes e irrespetuosas, por ello, el miedo a transgredir al sujeto en formación, es una característica que el autor estudiado también trae a colación en su obra. Es necesario que la familia recupere su espacio, por medio de relaciones basadas en el respeto mutuo, para la formación de ciudadanos conscientes y responsables. El ser humano, necesita desenvolverse en ambientes democráticos, que le permitan ejercer su libertad. La escuela y la familia por lo tanto, deben proponer espacios donde el educando visualice ejemplos de personalidades libres, responsables y autónomas, de lo contrario, los únicos modelos que pudiera identificar serían los ofrecidos por medios de comunicación que poco pudieran coadyuvar con la formación de personalidades conscientes de ejercer ciudadanía responsable.
Es preciso destacar entonces el papel de la libertad dentro de la sociedad contemporánea. Cuando se plantea la necesidad de formar sujetos capaces de vivir en libertad, es preciso reconocer que para ser libres, es necesario también ser disciplinados, en la medida en que los educandos puedan establecer los mecanismos de relacionarse colectivamente, respetando entonces las virtudes y señalándolas como guías de vida, en esa medida se podrá decir que definitivamente espacios democráticos, dialógicos y de respeto hacia la alteridad, están siendo construidos debido a las relaciones en libertad que se construyen en el seno de la sociedad.
Ahora bien, dentro de esa misma estructura social entonces el planteamiento que debe signar cada una de las acciones educativas, es interesarse por la formación integral del educando, donde los conocimientos técnicos vayan a la par de los conocimientos que ayudan a la humanización del ser humano, sobretodo, en una sociedad tecnócrata, donde el auge de las tecnologías y su supremacía por encima de cualquier otra área del saber, se encuentran amenazando a todo proceso educativo que tenga como fin formar personas capaces de educar sus emociones, para hacer uso efectivo y coherente de los avances tecnológicos que a la par van sucediendo. La necesidad es clara entonces, vivir la vida con autonomía, libertad y responsabilidad, considerando que los seres humanos deben relacionarse con sus semejantes para construir conocimiento, para construir sociedades justas, donde la equidad esté presente en cualquiera de sus prácticas.
El reto debe centrarse en la consideración de entender el mundo como una aldea global y entender que los sujetos entonces son ciudadanos del mundo, donde cada acción que lleven a cabo va a tener repercusiones e implicaciones globales, más allá de cualquier frontera. La necesidad es universalizar la enseñanza y estar conscientes de manera que la educación va a permitir ulteriormente la obtención de sujetos y colectivos que respondan al modelo de sociedad que se aspira obtener. Para ello, es importante sensibilizar de manera permanente, desde las distintas esferas de la sociedad, dejando de manifiesto que hoy en día hablar de nacionalismo es olvidar que del hambre en África y de las riquezas y avances tecnológicos es responsable el mundo entero, con sus acciones y con sus omisiones. El día en que los sujetos del mundo entero comprendan que están construyendo la sociedad del mundo entero, ese día podrá entonces decirse que el ser humano es humano en cualquier parte del mundo, pues el bien es bien independientemente del territorio donde se encuentre ubicado espacial y temporalmente.

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